Aunque hay diferencias, según colegios, la calculadora se deja utilizar cada vez más. Por supuesto, a niveles universitarios y otros grados medios o superiores, la única limitación que debe haber es la potencia de las calculadoras que se utilicen, puesto que ya son pequeños ordenadores e incluso pueden almacenar mucha información.

Pero, ¿Qué ocurre cuando hablamos de cursos de primaria y ESO y Bachillerato?. Me consta que en algunos cursos de primaria, en ciertas ocasiones dejan calculadora pero, en general, su uso está bastante limitado.

Calculadora en la ESO

Es en los cursos de ESO donde se plantean más preguntas. Es cierto que muchos alumnos tienen cierta dificultad en realizar tareas básicas como multiplicar o dividir. En ocasiones también se atascan en las restas, por lo que una calculadora puede ser una buena ayuda que no se debería restringir. Por supuesto, una vez atravesado el mal trago de las operaciones combinadas.

Cuando hablamos de trigonometría o de cálculo de operaciones con exponenciales, logaritmos y notación científica, no solo se debe utilizar la calculadora sino saber hacerlo bien y con soltura.

Aquí mostramos una calculadora de uso habitua, lo suficientemente potente para estos cursos. Para bachillerato sería interesante que resolviera ecuaciones polinómicas como mínimo de segundo grado e hiciera cálculos con matrices:

Calculadora en el Bachillerato

En bachillerato, por ejemplo, ya no tiene sentido que un alumno tenga que resolver una ecuación de segundo grado, que muchas calculadoras normales (de modelos superiores al de la fotografía anterior) hace tiempo que resuelven.

También las operaciones básicas con matrices pueden ser muy tediosas. En este último caso, se permiten las calculadoras, pero suele exigirse la demostración sobre el papel de que se saben utilizar los procedimientos de cálculo.

En los cursos de enseñanza de Bachillerato Internacional dejan la calculadora incluso para el análisis de funciones, como ya comentamos hace un tiempo. Para los que consideramos mágico el ser capaces de realizar la gráfica de una función con análisis matemático, (dominio, asíntotas, crecimiento, decrecimiento, máximos, mínimos, puntos de inflexión, concavidad y convexidad) resulta un poco fastidioso, porque la calculadora dibuja la función y el show que hay que montar para el análisis pierde su sentido.

Para ser justos, hay que tener en cuenta que para aquellos que no van a realizar carreras técnicas, quizás sea más que suficiente saber utilizar la calculadora para hacer gráficas. El análisis matemático de funciones es una herramienta muy técnica.

Calculadora en la Universidad

En la Universidad no tiene sentido que los estudiantes realicen producto de matrices o resuelvan a mano sistemas de ecuaciones lineales, cuando cualquier calculadora programable lo hace.

Por supuesto, es preciso limitar su uso porque ya son miniordenadores que pueden almacenar todo tipo de información, no solo hacer potentes cálculos.

Hace muchos años (los 80 del siglo pasado), yo utilizaba esta calculadora programable de gran potencia de cálculo. Se podía programar en un lenguaje bastante raro, con notación polaca inversa:

Por si alguien siente curiosidad, para sumar los 100 primeros números había que escribir:

0 1 100 FOR I I + NEXT

Y para comparar, en un lenguaje como C bastaría:

int i; int suma = 0; for (i = 1; i <= 100; i++) suma += i;

Tengo la impresión de que ahora se usan bastante menos estas sofisticadas calculadoras .

En resumen

No tiene demasiado sentido hacer muchos cálculos mecánicos a mano. El uso de una calculadora permite ahorrar mucho tiempo, para dedicarlo a pensar en cosas más importantes.

Ahora bien, en los primeros cursos, los alumnos y alumnas deberían saber y dominar cómo hacer las operaciones básicas. Y así, en el futuro desaparecerían de las redes preguntas como esta:

9 / 3 (2+1) = ¿es 1 o 9? (la respuesta es 9)