Se ha acumulado una enorme cantidad de conocimiento a lo largo de la historia.

La necesidad de los estudiantes de asimilar una parte importante de ese conocimiento durante unos pocos meses hace difícil  comprender los fundamentos

Hay una manera de afrontar el exceso de información compleja: intentar no entender todo. Sería imposible.

Y cuando se tenga tiempo, profundizar en los conceptos. Casi nada. 

Para profundizar en los fundamentos son ideales las obras de divulgación científica. 

Los libros de divulgación

 

He sido un gran lector de libros de divulgación científica. Hice colecciones enteras que sacaban editoriales como SALVAT, de las que leía casi todos los libros. 

Hoy día sigue habiendo interesantes lanzamientos de colecciones de divulgación científica. 

Con el tiempo, ha mejorado mucho la tipografía y la calidad en el diseño de los libros, lo que los hace más atractivos a un precio ajustado. Es decir, que no hay excusa. 

Como no podía ser menos, voy a hablar de algunos libros de divulgación que leí, quizás hace mucho tiempo, pero que, por alguna razón, me han impactado muy positivamente. 

Tengo que empezar por Isaac Asimov, del que he leído muchos libros. «Universo» fue uno de os primeros libros de divulgación que cayó en mis manos. Poco después leería el fantástico «Breve historia de la Química«. Casi todos ellos publicados por Alianza Editorial, de la que era bastante asiduo.

También editado por Alianza, uno de los mejores libros de divulgación de la física que se han escrito: «Biografía de la Física«, de George Gamow. La explicación de los experimentos que llevaron a los grandes avances en la física es uno de sus fuertes. Se sigue editando y es casi obligatorio leerlo.  

Hacia los 90 SALVAT lanzó una colección de cubierta en color rojo metálico (una simple anécdota) que publicó excelentes libros.  

De esta colección, por ejemplo, estoy ahora revisando un asombroso libro de hace muchos años, «La luz del confín del universo« de Rudolf Kippenhahn. Es difícil encontrarlo, pero sigue siendo estupendo. No he visto ningún libro donde se expliquen mejor los espectros de absorción y de emisión que nos pueden llegar de las estrellas. 

Además recuerdo la fascinación de encontrar que la velocidad aparente de eyección de material de un cuásar podría dar la impresión de ser superior a la velocidad de la luz. Tal era el caso de uno de los más citados de la época, el cuásar 3C273. (La explicación se puede encontrar en el número de agosto de 1991 de la revista Investigación y Ciencia, página 17, esta anotación la he encontrado al revisar el libro después de tantos años).

Lo leí en 1990 (suelo anotar la fecha en que acabo de leer un libro). La tipografía y edición es más árida pero el contenido sigue siendo excelente. 

Me viene a la memoria otro libro, sobre la teoría de la relatividad escrito por Lev Landau, «¿Qué es la teoría de la relatividad?» Un librito de 80 páginas en el que se desgranan los fundamentos de la teoría. Posiblemente, el mejor libro para empezar a entenderla.  

Hace poco hablábamos en este blog de un excelente libro sobre el desarrollo de la tecnología eléctrica: «El universo eléctrico» de David Bodanis. Un estupendo libro, que vuelvo a recomendar

Voy a acabar esta breve reseña de libros con uno especial. Hace poco falleció Stephen Hawking un físico cuya trayectoria vital es muy conocida.

Hizo grandes contribuciones a la teoría de los agujeros negros y escribió un maravilloso libro que llegué a leer dos veces: «Historia del tiempo«. Si todavía no lo habéis leído, ya estáis tardando. 

Las ventajas de leer divulgación científica

 

No podía faltar un listado con las ventajas de dedicar un poco de tiempo a la lectura de obras de divulgación científica: 

1 

Permite asignar descubrimientos científicos, leyes físicas e incluso ecuaciones a caras conocidas, a historias personales muchas veces fascinantes. 

Nos acerca a las vidas de los científicos que han pasado a la historia, desde aquellos que no tenían casi formación científica pero sí mucha curiosidad a aquellos otros que supusieron auténticos puntos de inflexión en el desarrollo de la ciencia. 

Hay innumerables ejemplos: Galileo y sus problemas con la inquisición; Newton, que llegó a perseguir ladrones; Marie Curie, que ganó dos premios Nobel en un mundo de hombres; Faraday, que logró pasar a la historia sin apenas estudios; Tesla, uno de los mayores genios del siglo XX que murió pobre. 

2

Humaniza teorías científicas que se basan en el rigor y la frialdad de las ecuaciones matemáticas, que son el lenguaje en que aquellas se expresan. 

3

Cuando se resuelven problemas normalmente se tiene una pequeña base teórica y se tiende a ir un poco en piloto automático.

La lectura de divulgación científica ayuda a conocer los fundamentos de lo que hacemos. 

4 

Podemos conocer mejor los órdenes de magnitud de las unidades que se miden en ciencia. Esto permite identificar de manera más sencilla errores, sobre todo cuando manejamos números muy grandes (como en la gravitación de grandes masas) o números muy pequeños (como en la electricidad) 

5 

La lectura de estos libros puede ayudarnos a realizar experimentos por nuestra cuenta para comprobar lo que se está estudiando. Por ejemplo, cómo medir la aceleración de la gravedad terrestre con un simple péndulo. 

6 

Nos pone al día de los recientes (y no tan recientes) descubrimientos científicos. Por ejemplo, la técnica de edición genética CRISPR. Los divulgadores que se dedican a explicarnos esta parte de la ciencia pueden ponernos los pelos como escarpias. Mejor no pensar en lo que nos podrían contar aquellos que están trabajando con ella. 

7 

La divulgación pone al alcance de la gente que desconoce por completo una materia, tener una idea aproximada pero rigurosa de qué trata el tema. Recuerdo la impresión que me produjo leer uno de los mejores libros de divulgación en el campo de la biología y genética, «Genoma», de Matt Ridley. Inolvidable el capítulo dedicado a la enfermedad de Huntington. 

8 

Si aprendemos a utilizar dos elementos básicos del método científico, rigor y escepticismo ante lo que vemos y lo que nos dicen, conseguiremos ser mucho más libres.

Nos creeremos con más dificultad lo que dicen muchos charlatanes profesionales 

9 

Leer un poco acerca de la ciencia hará que comprendamos nuestras limitaciones, por una parte, y por otra, nos hará mucho más reacios a aceptar prácticas como la homeopatía, que puede poner en peligro nuestra vida o el rechazo a la vacunación, que pone en peligro las vidas de nuestros hijos y la de las demás personas. 

10 

No rechazarás las evidencias del cambio climático en la Tierra, (por supuesto, leyendo divulgación científica relativa al medioambiente)

Admito que parece un mandamiento. Pero creo que no se pueden negar las evidencias. 

Las causas pueden no ser claras al 100% ni el porcentaje de responsabilidad de cada causa, incluso de las que no conocemos. Pero los cambios se pueden ver y medir. 

11 

Comprenderemos que las cosas no son magia. 

Recuerdo una gran película, muy impactante cuando la ves por primera vez. En «El planeta de los simios» el protagonista construía un avión de papel para demostrar a la nueva raza dominante que podían existir cosas muy pesadas que vuelan. Nadie lo creyó. Ahora vemos todos los días aviones y por lo tanto podemos creer que vuelan. La divulgación nos permite saber que lo hacen por la velocidad que llevan y por el aire que soporta su peso. 

No es magia que un avión vuele. 

12 

La divulgación científica puede despertar vocaciones en el mundo de la ciencia y de la tecnología, cada vez más importantes en el desarrollo de la sociedad.

13 

Los libros de divulgación son una gran fuente de ideas si queremos, por ejemplo, escribir ciencia ficción o si deseamos elaborar experimentos que no tienen por qué ser de ciencia pura. Por ejemplo, y sin ir más lejos, preparar montajes para hacer robótica educativa. A través de estos experimentos pueden medirse datos como la gravedad o comprobar la ley de caída de los cuerpos.

(fotografía de portada, annalisse, pixabay)